Galve cuenta con abundantes testimonios de la presencia del hombre en su territorio a lo largo de los siglos. Nos podemos remontar a talleres de silex en diferentes lugares, por ejemplo la Pisa del Moro o Los Vallejos, donde aparecieron puntas de flecha y otros elementos líticos. También el asentamiento del Neolítico, en el Alto de Carrateruel, donde además de sílex aparecen hachas pulimentadas y cerámica a mano.
De la Edad del Bronce, aparecen restos en Los Vallejos, y de época de Campos de Urnas encontramos los yacimientos de La Muela y La Rambla del Cerro.
De la primera Edad del Hierro cabe destacar el yacimiento del Masico donde aparecen cerámicas incisas, algo más al oeste, aguas abajo del Alfambra y, como continuación del hábitat, encontramos el yacimiento del Galarcho, de época Ibérica, donde se aprecian restos de las edificaciones en la cima y la ladera oeste. De época romana han aparecido restos en la base del Cabecico de Los Moros y también está constatada la presencia de una villa en el paraje de Las Canales.
De la Edad Media, concretamente de época musulmana, aparecen restos en la Muela, yacimiento que conserva restos de murallas y otras edificaciones y, también en el Cabecico de Los Moros, situado en la entrada del río Alfambra a la Hoya de Galve, donde aparecen vestigios de otro asentamiento que debía controlar el azud, realizado en los estrechos del pantano por dos hendiduras verticales a cada lado, las cuales debieron de servir para colocar maderas y rellenar el interior con arcilla para represar el agua. Posteriormente existe una gran dispersión de la población por todo el término municipal, constatada en lugares como El Pelejón, Ballesteros (Apella, en documentos de la época), El Zancao, San Pedro y El Castillo, del que quedan escasos restos, y que significa el antecedente en época moderna y contemporánea del poblamiento disperso de masías, cuyo despoblamiento comenzó a mediados del siglo XX.